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5 de Septiembre de 2014

Entrevista a Patricia Rivas: “Estamos al servicio de los demás “

EnaPatricia Rivasmorada de su profesión, desde muy pequeña intuyó que se dedicaría a la obstetricia y que en el camino muchas mujeres pondrían sueños y temores en sus manos.  Maestra Reiki, acupunturista e hipnoterapeuta, ha sido parte del desarrollo de la obstetricia nacional y de los cambios que se han generado en la medicina tradicional al coexistir con las terapias complementarias. Ha puesto al servicio de la salud pública más de 40 años de su vida, siempre dedicada a sus pacientes, feliz de hacer lo que le gusta y poder vivir de ello. Hasta hoy, cada nuevo día se encanta con su rol de matrona y terapeuta, cada día se emociona con el milagro de la vida y el cambio que ella nos brinda. 
 
 

¿Por qué te decidiste a estudiar obstetricia?

 Yo nunca supe qué me llevó a querer ser matrona, pero desde los 8 años tuve claro que quería serlo. Sabía que tenía que estudiar y dar la prueba de aptitud, pero eso lo veía como un trámite. Nunca tuve conciencia de que me podía ir mal en la prueba y nunca fue una preocupación, ya que era la mejor alumna de mi colegio.

También pensé estudiar pedagogía en inglés, pero mi profesora jefe me dijo que por mi personalidad era mejor que estudiara obstetricia, que sería más gratificante porque participaría en el proceso completo de cada mujer.

Además, tuve un nacimiento muy traumático donde mi mamá estuvo a punto de morir en el parto. Ella contaba que cuando muy pequeña yo le decía: “mamá, voy a ser matrona para que a otras mamas no la operen como a ti”. Quizás sea eso lo que determinó mi decisión profesional.

Entré a estudiar obstetricia a los 16 años, en una época donde la carrera era impartida solo para mujeres. En mi familia mi padre quería que estudiara medicina, pero eso nunca me gustó mucho: lo encontraba forme. Ser matrona es más entretenido: te permite estar cerca de la gente, educar y hacer un montón de cosas útiles y concretas.

Me gusta estar con las personas, conversar y  enseñar. Soy  “metida  como mano de matrona”, a uno le cuentan cosas muy íntimas y eso es un plus de la carrera. Uno puede influir en la vida de la gente cuando tienes la disposición de hacerlo, te dan la confianza y te lo permiten.

Cuéntanos sobre de tus inicios laborales

Me recibí de matrona en enero de 1975 y comencé mi vida laboral en el Hospital Parroquial de San Bernardo, lugar donde realicé un remplazo de pre y postnatal y me quedé por cinco años. Luego postulé a un cargo en Hospital Barros Luco y estuve en ambas instituciones por tres años. En los 80 me desempeñé en urgencia maternal, puerperio y ginecología del Barros Luco hasta el año 93, donde postule a lo que en ese entonces era el Departamento de Atención Primaria (DAP).

A partir del 86 tuve la oportunidad de atender pacientes siquiátricas en el Hospital El Peral. En esos años no existía una preocupación especial por la atención ginecológica de las internas y en conjunto con Betty Gómez, enfermera del Peral, iniciamos un programa de Atención de la Mujer, con el cual se logró terminar con el embarazo de las pacientes psiquiátricas, lo que generaba un problema social terrible. Fue una experiencia muy linda y gratificante, seguí trabajando en la atención  ginecológica hasta inicios de los 90, donde terminé mi diplomado y me integré a la DAP.

Luego postulé el cargo del Departamento de la Personas donde estuve a cargo   de Lactancia Materna, Ecografía Precoz, Diabetes y Embarazo. Posteriormente trabajé en la Unidad de Control de Gestión a cargo de las estadísticas vitales, donde me encargaba de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE10).

Tras algunas restructuraciones al interior de SSMS comencé a  trabajar en la UST como matrona. En esos momentos la realidad de nuestras funcionarias había cambiado, teníamos  menos pacientes en periodo de fertilidad y más en climaterio,  por lo cual como unidad decidimos trabajar con terapias alternativas no  hormonales. El laboratorio Knop nos financió a 100 pacientes por 6  meses con un preparado de fitoterapia para evitar los efectos del climaterio, estudio que resultó muy exitoso.

En ese tiempo comenzó a crecer la difusión de las terapias complementarias y la oferta que brindábamos a nuestros funcionarios.  Y a partir del 2001 comienzo a ser coordinadora de Reiki, además de cumplir mi rol como matrona en la UST, Hospital El Peral  y HEGC.

¿Cómo comienzas a caminar por la medicina complementaria?

Cuando estaba en ginecología no existían cuidados paliativos para las pacientes con cánceres terminales. Teníamos pacientes que sufrían y morían con muchísimo dolor y no contábamos con los analgésicos adecuados. Esta situación  me angustiaba mucho en lo personal, generando además una muy mala calidad de hospitalización y recuperación para el resto de las pacientes.

Un día por casualidad vi la información de un curso de Hipnosis Clínica impartida por el Instituto de Psiquiatría de Santiago. Consulté si con esa técnica se podía aliviar el dolor y me inscribí. A los 6 meses ya podía ayudar a las pacientes a  pasar mejor noche conciliando el sueño y, con ellas, el resto de las hospitalizadas.

Luego conocí la existencia de Reiki por una colega y me inicié en ese camino. Más tarde en la UST se dio la posibilidad de estudiar Acupuntura en la Escuela de Medicina China. Yo sabía que las sesiones de Reiki y Acupuntura son caras, por lo que nuestros funcionarios no tienen acceso a ellas, por lo que me interesó  acercar a nuestros funcionarios a estas terapias que son de gran costo y muy elitistas.

¿Cuál resulta más cómoda para ti?

Los beneficios que presenta la medicina complementaria son realmente impresionantes y gratificantes. En el caso de la Acupuntura tiene resultados más rápidos; un paciente llega con jaqueca uno pincha tres puntos y se va sin dolor. Como yo digo, es más efectista y glamorosa.

Sin embargo, mi favorito es el Reiki porque no es intencionado. Soy canal y la energía pasa a través de mí, repito una mecánica y soy instrumento, no soy yo. Distinto a la acupuntura donde debo hacer un diagnóstico y escoger los puntos y el resultado obtenido es mi responsabilidad. La energía de Reiki fluye sin que yo intervenga, “no hay ego”.

Las terapias complementarias te dan una visión más integral de las personas y de uno mismo, lo pone a uno al servicio de otros. Es un regalo me ha hecho cambiar crecer  como profesional y como individuo.

¿Cómo relatarías el desarrollo de la ginecología?

En los inicios de mi trabajo se vivían tiempos difíciles en la salud pública, en la atención  ginecológica  eran tiempos  heroicos. La matrona  tenía que cumplir múltiples funciones en cada turno de urgencia atendíamos de forma muy precaria con “una pobreza franciscana”, las mujeres eran hospitalizadas  en maternidad muchas veces  dos por cama;  hacia campos estériles con los papeles en  los que venían envuelto el material, era momentos complejos.

¿Cómo sobrellevar esa carencia sin frustrarse?

Nunca me frustré, la premisa era hacer lo mejor posible con los recursos que había. Uno se frustra cuando tiene grandes proyectos y no te conformas con lo que hay. Algunas veces uno solo recibe un diez por ciento de lo que quiere y eso  que parece insignificante para nosotros puede ser el cien por ciento para otro. Siempre uno debe hacer el máximo de esfuerzo con los recursos que tiene y  no quedarse en pesimismo de lamentarse por lo que no se posee.

¿Cuáles son los cambios en la ginecología actual?

Hay un cambio importante y significativo en la medicina de estos últimos años, ya que la tecnología ha evolucionado de manera significativa: hay más comodidad para las pacientes, procedimientos menos invasivos y dolorosos lo cual es de suma importancia.

Sin embargo, se traduce en una nueva generación tecnificada  donde  cualquier diagnóstico, aunque sea el más banal,  no se realiza a través de la  clínica  sino mediante el resultado de los  exámenes. Yo les enseño  a mis alumnas  a basarse  todo en la clínica y  auxiliarse con los exámenes, no al revés.

La ginecología ha cambiado mucho, cuando yo me inicié los partos sin dolor eran lo más top, era lo deseado por las mujeres de mayores ingresos, la analgesia y cesárea daban estatus a las pacientes.

Ahora la moda es tener trabajo de parto natural, parto en posición vertical o en agua más cercano a lo natural, incluso en europea  las mujeres den a luz en sus domicilios sin analgesia y acompañada solo  por una profesional.

¿Que sería lo ideal?

Para mí lo óptimo en salud pública es el  término medio, o sea contar con  los medios clínicos y la metodología para dar seguridad necesaria a la paciente y al bebe, pero también estar preparada para atender a esa mujer mapuche que desea tener el parto en cuclillas o la madre aimara que quiere tenerlo sentada en silla de parto. Lo fundamental es respetar sus costumbres y tradiciones.

De igual forma si la señora quiere tenerlo de manera más natural lo puede hacer, nosotros tenemos que estar al servicio de los demás, por eso trabajamos en el  servicio público. Puede ser que a mí me guste o me acomode más atendedor el parto de la manera tradicional, pues resulta más cómodo poner los puntos de frente con la paciente acostada, pero es más fisiológico que la mujer esté en cuclillas o silla de parto. Lo ideal es tener toda la tecnología para dar la mayor  seguridad disminuyendo los riesgos clínicos, combinar lo de los dos mundos de la mejor forma posible, ya que cada nacimiento es un milagro.