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9 de Junio de 2014

Toda una Vida Profesional Dedicada a la Salud Pública

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Juan Ilabaca, Director de Atención Primaria y Jefe DTS

Toda una Vida Profesional Dedicada a la Salud  Pública

Juan Ilabaca2Hablar de salud pública siempre resulta un desafío grato e inspirador para los que trabajamos en el sector y, si queremos saber de la evolución que ésta ha experimentado en los últimos años, nada mejor que darnos un tiempo para conversar con uno de sus actores.
Precisamente por su experiencia y trayectoria, el actual Director de Atención Primaria de nuestro Servicio y Jefe del Departamento Técnico de Salud (DTS) resulta un personaje clave en la materia. Como Nutricionista de formación académica ha participado en el proceso de cambios epidemiológicos y técnicos que han ido trasformando la salud chilena, experiencia que ha volcado durante todo su desempeño profesional en el Servicio de Salud Metropolitano Sur, organización en la cual ya suma treinta años de quehacer.

Juan Ilabaca, padre y esposo, es Magíster en Nutrición con mención en Planificación de la Universidad de Chile, además de MBA con especialización en salud de la UNAB y fue el primer presidente no médico de la Sociedad Chilena de Nutrición. Confeso entusiasta y protagonista de los cambios y desafíos que aún están por venir, Juan ha desarrollado su trayectoria laboral en torno a las acciones que le ha encargado nuestro Servicio, siempre complementándolas con la actividad docente de pre y post grado en diferentes universidades a lo largo de nuestro país.

¿Cuáles fueron tus inicios en la salud pública?

Egresé en 1984 y en marzo del  mismo año comencé a trabajar en la Atención Primaria  de este Servicio, desempeñándome como nutricionista en la comuna Paine y sus postas rurales, donde trabajé los primeros tres años de mi vida profesional. En forma paralela realizaba algunas actividades menores como docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de  Chile, labor que siempre me ha apasionado.

Cuéntanos de esos primeros años…

Además de las actividades que realizaba,  en la Municipalidad de Paine fui parte de un programa de campo impulsado por la FAO, orientado a los sectores agrícolas. Esto me permitió trabajar  directamente con madres de niños desnutridos de la comuna.

Yo nunca tuve mucha actividad política, pero trabajar con la comunidad era mal visto por las autoridades de la época. A mí me gustaba dicha tarea y realizar actividades con diferentes organizaciones sociales, pero todo lo que estaba fuera de lo establecido en ese entonces se consideraba un peligro y eso significó mi despido.

Sin embargo, lo vivido fue bien bonito y satisfactorio: armar un programa de trabajo con la población más pobre construyendo mediaguas y huertos familiares con las mamás de los niños desnutridos fue impagable. De hecho, hoy se construye el nuevo centro de salud en el terreno donde se emplazaban los huertos en los cuales trabajábamos.

Además, con la Asistente Social y el cura del pueblo creamos un comedor para desnutridos que duró muchos años y terminó convirtiéndose en un Hogar de INTEGRA. Así, prácticamente puedo decir que soy fundador de un hogar de recuperación que nace desde el compromiso social de la gente de la época, en un contexto político  bien difícil.

¿Cuáles fueron tus siguientes pasos?

Después de este quiebre forzado llegué a preguntar por empleo a lo que la gente denominaba “el área” y me señalaron que existía un cargo de expansión que la dictadura tenía para la absorción de la cesantía de esos años. Las condiciones laborales  eran precarias, sin previsión y con muy bajo sueldo, sin embargo me dieron la oportunidad y la gran suerte de trabajar durante un año en la población La Victoria como nutricionista del consultorio La Feria y Clara Estrella de la actual comuna de Lo Espejo.

Luego se inició el proceso de municipalización de la Atención Primaria en San Miguel  y decidí arrancar de la comuna, dado la mala experiencia con la administración municipal. Fue entonces que me incorporé al Hospital El Peral, lugar donde estuve tres años a cargo de la alimentación de pacientes y funcionarios, en un área de desarrollo profesional distinta a la que había ejercido hasta entonces.

¿Cómo calificarías tu paso por el Hospital El Peral?

Fue una experiencia maravillosa, especialmente al ver en retrospectiva la evolución que ha tenido la salud mental  chilena estos últimos años. Apreciar cómo los pacientes que antes estaban  enjaulados, planchados con medicamentos y dañados, hoy son parte de la comunidad  del sector, que viven en hogares protegidos y en condiciones  humanas más dignas que las que me tocó ver en dicho establecimiento, resulta muy emocionante.

Además,  pude  aprender muchas cosas en el área de la gestión,  tener a cargo  la central de alimentación y controlar pacientes del área clínica.

¿En qué momento comienzas a relacionarte más directamente con la Dirección del SSMS?

Como nunca perdí el vínculo con la Universidad y la docencia, empecé a hacer clases de capacitación para este Servicio, para los auxiliares de enfermería que en esos tiempos formaba el SSMS.

Luego con el retorno de la democracia comencé a trabajar tres veces por semana en el Departamento de Programas de las Personas (DPP) y el resto en el Hospital El Peral, más los turnos de fin de semana correspondientes.

En 1990, al asumir la dirección del Servicio, el Dr. Mario Salcedo creó la Dirección de Atención Primaria (DAP) dirigida por la Dra. Mariela Salgado y me incorporé a  tiempo completo a ese equipo. En el mismo, junto  a otra colega, estábamos a cargo de los temas de nutrición y alimentación; seguimiento epidemiológico  y de programas. Hubo mucho aprendizaje conjunto con otros y otras profesionales, algunas de las cuales aún trabajan con nosotros.

Durante mi trabajo en El Peral aprendí también a utilizar el computador, un bien escaso en los establecimientos de esa época. Al respecto y como anécdota, recuerdo que en el año 90 llegó el primero de ellos asociado al programa IRA y al poco tiempo se convirtió en una valiosa herramienta de trabajo por la cual prácticamente nos peleábamos, debiendo definir un calendario para su utilización.

Conocido es tu trabajo en Estimulación y  Lactancia, cuéntanos algo sobre ello y qué significó para ti.

Creo que es lo más bonito que hecho desde el punto de vista técnico en mi vida profesional. Un programa que el Minsal desarrolló en conjunto con la Unicef y los hospitales San José, Barros Luco y Universidad Católica. Algo que me permitió formarme en el tema, viajar por todo el país y luego por Latinoamérica para realizar capacitación en la materia.

En este bello programa intervinieron matronas, neonatólogos y enfermeras,  y con el paso del tiempo fueron evidenciándose sus buenos resultados. La iniciativa de hospitales amigos del niño y de la madre fue una gran precursora de los cambios que se vinieron a consolidar con el sistema de protección social Chile Crece Contigo que se instauró el año 2007. 

¿Cómo se dio origen al DTS?

A partir 1997 y desde el interior del departamento se creó la necesidad de fusionar la DAP y el DPP, ya que constantemente nos superponíamos en actividades. Así, mediante un trabajo participativo y reflexivo se originó el Departamento Técnico Programático de Salud.

Cuando se produce esta integración, llegó a encabezar el departamento el Dr. Rodrigo Soto, quien me designó como referente técnico de Atención Primaria. Allí comencé a interiorizarme y especializarme cada vez más en esta área.

Lo anterior, siempre con el objetivo -que mantengo hasta hoy día y les señalo a mis compañeros- de “tratar” que seamos referentes para los equipos de salud y que la gente te reconozca como un referente válido,  liderando personas y procesos, para conseguir logros en el tiempo.

Desde ese momento se inicia un giro más sistematizado hacia la atención primaria. Comenzamos hacer  un trabajo muy bonito con los equipos de salud municipal, aprendiendo  mucho del trabajo que ellos realizaban desde lo comunitario y no solo sanitario, entendiendo que debíamos rescatar y aprender sin limitarnos tan solo a supervisar, controlar, definir y dictaminar.

En este contexto hubo que gestionar algunos programas, tales como el cambio al modelo de Salud Familiar, para lo cual hubo que aprender de los equipos que habían instalado ese modelo con éxito, como era el caso de los Consultorios Orlando Letelier y San Joaquín. Estos últimos fueron de los centros pioneros en el país y ello sirvió mucho para difundir la estrategia hacia el resto de los municipios, definiendo ciertas condiciones de trabajo y conducción del proceso.

¿Cuáles fueron las principales acciones realizadas?

Nos propusimos ser referentes de los directores de los Centros de Salud, instancia que dura hasta hoy, creando una comisión intercomunal que da propuestas y soluciones a partir de los temas  transversales que los atañen.

Los gobiernos de la época invirtieron  en infraestructura,  por lo cual hubo que: definir el área territorial, ver la falta de establecimientos y redefinir e interpretar las directrices ministeriales, haciéndolas más  accesibles y resolutivas para dignificar la atención de los usuarios.

En el año 2005 fuiste nombrado jefe del departamento, ¿Cómo fue ese desafío?

Lo primero fue  mirar la Red en su conjunto, no solo como APS u hospitalaria,  ver la vinculación  y coordinación de todos los establecimientos de la red de salud.  Al mismo tiempo entró en ejecución la Ley de Autoridad Sanitaria, donde el director es el Gestor de Redes, con miras a entregar atención oportuna y de calidad a la población. Esta tarea, que no es menor, nos mantiene en constante tensión respecto de la satisfacción de las necesidades de la población: listas de espera, gestión por procesos, reclamos, calidad y seguridad del paciente, problemas de salud prioritarios, etc., forman parte del cotidiano del equipo que me toca dirigir.

¿Desde tu  experiencia  laboral, cómo resumirías la evolución de la APS?

Yo me inicié laboralmente en una atención primaria desmembrada y desconectada,  que se consolidó con la municipalización de estos establecimientos. Un área con muchas carencias, tanto en la población como en los recursos básicos de los equipos de salud.

Recuerdo que utilizábamos las hojas blancas de las facturas para hacer la evolución de los pacientes. Todo esto amparado por  un Estado que creía que la administración de los consultorios no debía estar en sus manos.

En los años 90 el Estado retoma la necesidad de recuperar la atención primaria para la población y comienza a inyectar recursos en infraestructura y equipamiento, como también para generar un nuevo modelo de atención de mayor resolutividad, creando una atención primaria más compleja, no solo desde lo biomédico. Un ejemplo emblemático es el impacto del programa IRA, donde se logra bajar a la mitad la mortalidad  infantil de  menores de un año.

Hoy la Atención Primaria se ha especializado cada día más, ya no solo controlamos a los niños en peso y talla, por dar un solo ejemplo, las enfermeras están capacitadas para evaluar la relación madre e hijo aplicando una escala específica, con el propósito de ampliar la gama de acción de la atención.

Además, se han incorporado otras intervenciones que van desde complejizar los programas de  hipertensión y diabetes, ampliar la atención dental de embarazadas y otros grupos específicos, profundizar el control y seguimiento de prematuros, como fortalecer la atención de salud mental. Un capítulo aparte merece todo lo que se ha hecho en rehabilitación física con salas especiales instaladas en la APS, más cercanas a lo que la población necesita.

Cabe agregar también que en estos últimos años la atención se ha potenciado mucho desde lo clínico, pero lo que falta es fortalecer la participación y promoción de la salud, desarrollar el trabajo comunitario.  Chile es un país que participa poco y desde el Estado no se ha puesto el hincapié necesario para desarrollar esta área.

Hoy tenemos que lograr que la gente se empodere de su salud, estamos llegando tarde a prevenir la enfermedad, la problemática de salud de hoy está asociada a conductas de la población.